El mar está en calma, la brisa fresca acaricia tu cara y el vaivén de la barca te mece como si estuvieras en la cuna. ¿Por qué no echar una buena siestecita escuchando el rumor del agua?
¿Por qué no? Pues entre otras cosas porque puedes encontrarte con que tu compañero de viaje te quiera gastar una pequeña jugarreta para que te pegues un buen susto. Con amigos así, mejor viajar solo.