Este pobre Tato no da una, el hombre. Le cuesta tanto poder encontrar un puesto de trabajo, tal y como anda el panorama laboral en España, que tiene que andar inflando su currículum un poquitín, con tal de poder optar a un trabajillo mísero. Pero claro, luego pasa lo que pasa, que llega la hora de demostrar lo que sabes hacer y acabas liándola no parda, sino pardísima. ¡Cómo no empatizar con él! A menos que seas el jefe, por supuesto.