Si piensas que la naturaleza es aburrida, estás muy equivocado. Simplemente no tienes la paciencia suficiente para percibir todos los detalles fantásticos que pueden ocurrir en el momento que menos te lo esperes. Menos mal que para eso están las cámaras automáticas, que registran todo lo que pasa en un lugar determinado del bosque. Como por ejemplo una «quedada» de osos para frotarse las espaldas en grupo contra el tronco de un árbol y revolcarse por los suelos. Vamos, lo que podría ser el equivalente a una noche de botellón entre chavales, pero sin lotes de alcohol.