Lo de los selfies se nos está yendo de las manos, en serio. Todo empezó como una práctica simpática, poniendo morritos delante del espejo y metiendo tripa p’adentro, pero estamos llegando ya unos extremos dignos de un Premio Darwin. Mirad si no os lo creéis a este pavo, que ni corto ni perezoso se acerca a pocos metros de un tornado, con la única intención de tomarse un selfie (una autofoto, vamos) lo más extremo posible. El chaval pensará que ha quedado como un machote, eso no hay que dudarlo, pero pensemos en lo importante… ¿qué pensará su madre al ver este vídeo? ¿Es que nadie va a pensar en las madres?
Viendo este vídeo, se le viene a uno automáticamente a la cabeza la típica recomendación de las series y programas infantiles de los años 80: «niños, no hagáis esto en casa». De todas formas, me temo que siempre habrá algún chalado que estará deseando imitar y/o superar a estos personajes. Y claro, luego vemos los titulares en las webs de los periódicos y nos echamos las manos a la cabeza. ¡Pero si nadie les obliga, van ellos solicos como los lemmings!
Al menos podemos disfrutar del vídeo, que las cosas como son, es espectacular como él solo. ¿O acaso has visto alguna vez un tornado tan de cerca? Aunque sea un tornadillo de clase B, sigue dando un canguelo importante. Compruébalo…
Y es que las nuevas generaciones tienen una relación extraña con los teléfonos. Muchos han crecido cuando los clásicos teléfonos de rueda ya estaban obsoletos, y claro… Luego intentan ver cómo funciona el aparato y no tienen ni idea. Quizá hayan visto alguna película en la que sale uno de estos, pero tampoco saben muy bien cómo va el mecanismo. Eso sí, para grabar la hazaña lo hacen con un smartphone de última generación, que seguramente una persona del siglo pasado tampoco sabría muy bien por dónde cogerlo. En fin, que a cada generación lo suyo.