No es por reírse del prójimo, de verdad. Con lo feo y pecaminoso que resulta, líbrenos el Señor de caer en tal falta. Pero oye, qué queréis que os diga… Es que es escuchar a esta simpática señora reírse y es que uno no puede evitar soltar un bufido. Porque… a ver cómo os lo explico, es que cuando se ríe es como si sonara el claxon de un coche. Sí, sí. Una de las risas más raras y chanantes que oiréis nunca. Para quedarse culitorcido.