Esto se nos ha escapado de control totalmente. Vale que al principio fuera muy trendy eso de pedirse un gin-tonic en vez de un ron-cola, (aunque tampoco hemos inventado nada nuevo, porque las botellas de Larios han sido un clásico en los armarios de toda casa de abuelo que se precie). Pero eso de convertir nuestras copas en ensaladas, cada vez con ingredientes más extravagantes, y sobre todo hacer un ritual del proceso de servir un chorro de ginebra y una botella de tónica, ha acabado por colmar el vaso de lo aceptable. Y claro, luego pasa lo que pasa. Que hay «entendidos» en gin-tonic a los que se les ve el plumero a la legua. El vídeo no tiene ningún desperdicio.