Este monólogo de Berto Romero resume a la perfección esa sensación que a veces tenemos de que los humanos no somos capaces de arreglar nuestros propios problemas, y necesitamos ayuda externa de forma urgente (entiéndase: o la mano divina o la mano extraterrestre, pero una mano amiga, la que sea). Y metidos como estamos ya en faena en pleno siglo XXI, los problemas que tenemos no son precisamente menores. Vamos, que tenemos el planeta hecho unos puñeteros zorros. Y tal y como están las cosas el panorama no se ve muy alentador, al menos a corto plazo. Por ello Berto se suma a ese grito unánime: ¡que vengan los marcianos! A ver si ellos son capaces de poner paz en todo este follón, ya sea en son de paz o repartiendo rayos láser a diestro y siniestro.
Aunque claro, a lo mejor es que ya están entre nosotros desde hace tiempo (ah, las conspiraciones) y todavía no se han manifestado porque las consecuencias serían dramáticas para nuestra especie. Quién sabe. ¿Y qué aspecto tendrán? ¿Serán como los extraterrestres de las películas de ciencia ficción de serie B de los años 50? ¿Tendrán los ojazos de los extraterrestres que se han puesto de moda en las últimas décadas en nuestro imaginario popular? Y otra duda importantísima: en caso de que vengan y se manifiesten ante nosotros, ¿de qué forma nos comunicamos? ¿Por señales? ¿Mímica? ¿Humo? ¿Emoticonos del Whatsapp? Habría que inventar nuevos iconos en todo caso, o explicarles al menos qué significa el icono de la caca sonriente. Si es que alguien lo sabe en realidad, que esa es otra…
Claro que tambien cabe la posibilidad de que hayan estado ya de visita, hayan echado un vistazo rápido a ver qué se cuece en este planeta y hayan pasado de largo porque crean que ya no hay esperanza ninguna. A lo mejor se tiraron una tarde entera viendo vídeos como este en Youtube y acabaron concluyendo que realmente los seres humanos no tenemos solución ni a corto, ni a medio ni a largo plazo. Estamos condenados. De esta no nos salva ya ni el auténtico Tarzán.