La imagen es de película. Un atractivo y joven chico se baja de su coche y clava su mirada en una muchacha que se cruza en su camino. Sus ojos brillan como luceros, su dentadura es perfecta, su porte es irresistible… ¿Cómo no corresponder con una sonrisa? Pero claro, esto no es una película, sino una broma de cámara oculta en la que el príncipe acaba volviéndose sapo. Y no veas cómo croa Su Majestad…